dilluns, 15 d’abril del 2019

REDACCIÓN SOBRE SIMONE DE BEAUVOIR


ATENCIÓN 2º DE BACHILLER. FILOSOFÍA. REDACCIÓN SOBRE S. DE BEAUVOIR

Debo recordarte que en el examen hay una pregunta de análisis de texto que vale un cuarto de la nota, otra con el mismo valor que está relacionada en parte con el texto, aunque requiere redactar para exponer conocimientos, y una tercera en la que sólo redactas y que tiene el doble de valor que cada una de las otras dos. El análisis de texto entiendo que en el caso de Beauvoir no requiere especial dificultad, aunque conviene que no haya términos característicos de su filosofía que nos dejen en blanco y no sepamos explicar en el comentario. La pregunta 2 depende sobre todo de tu estudio y de que no dejes que te sorprenda preguntándote por un concepto filosófico que no tienes bien documentado. El problema con SDB parece hallarse más en la redacción. La cuestión que te preocupa, por lo que me decís algunos, es que no acabáis de vertebrar el tema, como si no hubiera un cuerpo teórico rotundo como en el caso de Platón y Descartes. Yo sugeriría estudiar atentamente el dossier que os proporcioné en su día, además de algún anexo aclaratorio de dudas que os proporcionaré en breve. Eso y el esfuerzo de hacer redacciones antes del examen ayudará a que le perdáis el miedo a la autora. En cualquier caso conviene que no olvidéis que se trata de una filósofa de nuestro tiempo y que entendiendo bien algunos planteamientos básicos y conociendo los conceptos más propiamente beauvoirianos te  va a ser más fácil escribir sobre el tema porque a fin de cuentas se trata de hablar de cosas que has vivido de alguna forma y que tienen que ver con el mundo en el que hemos nacido.
Te propongo un posible título de redacción:





 SDB y la liberación de la mujer” (ATENCIÓN, EL ENFOQUE QUE YO HAGO, LOS TÉRMINOS EN LOS QUE VOY PLANTEANDO MI REDACCIÓN, NO ES EL ÚNICO POSIBLE, COMO TAMPOCO HAY UN SOLO ORDEN O SECUENCIA EN LA QUE PRESENTAR LOS ARGUMENTOS. LO QUE TENGO CLARO ES QUE ESTOY HABLANDO DE SIMONE DE BEAUVOIR Y QUE LO HAGO CONTESTANDO AL TEMA QUE EL TÍTULO DE LA REDACCIÓN ME EXIGE)

(introd.)
Simone de Beauvoir está considerada como la madre del discurso feminista contemporáneo. Su ensayo más célebre, “El segundo sexo”, clarifica muchos de los problemas que nos ayudan a entender la condición contemporánea y la evolución histórica del patriarcado y la problemática de género.

La cuestión en concreto que se nos plantea requiere una exposición amplia de los fundamentos del pensamiento beauvoireano, pues se trata de una cuestión central dentro de su obra.  Requiere echar un vistazo a la tradición filosófica que ha tratado históricamente la problemática de género, analizar las estructuras de dominación que han mantenido sometida a la mujer, la aportación de filosofías contemporáneas que –como Hegel o el existencialismo de Sartre- han echado luz sobre la cuestión de la libertad… Concluiremos refiriéndonos a las posibilidades de presente y futuro que respecto al proyecto de la igualdad sexual asocia la autora a la evolución de las sociedades desarrolladas de posguerra.

(Desarrollo)
Para empezar hemos de dejar claros los principios intelectuales desde los que se construye la visión beauvoireana. La autora piensa que lo que conocemos como historia de la humanidad es en realidad la historia de los hombres, es decir, que la visión hegemónica del mundo es en realidad androcéntrica, y que tiende a ocultar la evidencia de la dominación sexual. El objetivo de la obra de la autora, como advertimos en "El segundo sexo", es sacar a la luz esa realidad oculta, denunciando con ello el patriarcado. En segundo lugar es crucial asumir que lo que denominamos “feminidad” es en realidad el producto de una construcción histórica. En ese sentido, entendemos que la mujer no tiene un destino biológico ni está atada a un supuesto “eterno femenino” que le obliga a comportarse de una determinada manera, sino que, como esa forma ha sido inyectada en la educación patriarcal, ahora puede construir su propia identidad y convertirse en proyecto de sí misma.

La evidencia de la dominación de la mujer se encuentra ya en los remotos textos del racionalismo del XVII. Un cartesiano, Poullain de la Barre, ya proyectó un procedimiento de duda sobre prejuicios muy extendidos cuestionando la supuesta inferioridad intelectual de la mujer. Encontramos otra huella de feminismo remoto en la Ilustración, cuando Olympe de Gouges reclamó a los revolucionarios de 1789 que extendieran la Carta de Derechos a las mujeres, lo que convertiría aquella primera declaración de derechos humanos en auténticamente universal. Gran importancia en la historia de la liberación de las mujeres la tiene el célebre conflicto de las sufragistas, que exigieron en Gran Bretaña que se aceptara el voto femenino.

Claro que, en relación al problema de la liberación femenina, es preciso referirse a la influencia que sobre Simone de Beauvoir  ejercen de manera directa Hegel, con su tratamiento de la problemática del amo y el esclavo, Marx por la importancia del socialismo, y, finalmente, Sartre por lo que en relación al tema de la libertad incorpora su doctrina existencialista.

Hegel plantea que la relación entre el amo y el esclavo no es de pura dominación, no se trata sólo de la opresión que ejerce a la fuerza un déspota sobre una víctima. Hegel descubre que esa relación es más profunda y compleja, de manera que establece líneas secretas de complicidad. Así, el amo reconoce su prestigio en la autoridad que sus esclavos le aceptan como dueño, y éstos a su vez la refuerzan voluntariamente sometiéndose por comodidad a su situación. No es difícil establecer el paralelismo con la situación de la mujer respecto al hombre.

Respecto al socialismo, la posición de Simone de Beauvoir es compleja. La autora francesa se siente comprometida con las posturas de izquierda, y considera que la función de un intelectual es escribir para acabar con la desigualdad y transformar el mundo. Sin embargo, acusa a Marx de haber sometido la problemática del patriarcado en la crítica a la burguesía y el capitalismo. En otras palabras, Marx cree que la emancipación de la mujer será un efecto más de la revolución proletaria. El caso de la Unión Soviética, donde es evidente que la mujer sigue sometida y no se han roto las estructuras patriarcales, da a pensar a Beauvoir que el feminismo demanda planteamientos específicos, es decir, independientes del socialismo.

El existencialismo es probablemente la teoría que más influye en Beauvoir  en relación a la cuestión de la libertad. Afirma Jean- Paul Sartre que los seres humanos somos libertad, que lo único que no somos libres es de dejar de serlo. Su existencialismo niega que podamos definirnos por los universales o genéricos dentro de los cuales se encasilla la singularidad de nuestra vida. Somos proyecto, trascendencia… somos lo que elegimos a cada momento hacer con nuestras vidas. Simone de Beuvoir efectúa una apropiación en clave feminista de la concepción sartreana. La feminidad no es un destino irremediable, no vale como ideal platónico ni tampoco está inscrita en los genes al modo de una realidad biológica tan determinada y conclusa como la masculinidad. “El destino no está inscrito en las gónadas”, nos dice “El segundo sexo”. Hay una facticidad, desde luego, una estructura social dentro de la cual nacemos y que nos pone condiciones, pero cada mujer  y cada hombre tiene la posibilidad de saltar por encima de ella para construir su propia identidad y proyectar su vida. Es en ese sentido en el que somos trascendencia, y cada mujer vive su cuerpo y su feminidad como cree que debe vivirla, o incluso prescindir de ella en tanto que imposición social y vivir libremente su inalienable singularidad.

(Conclusión)
Todas estas influencias gravitan sobre el feminismo de Beauvoir, especialmente la existencialista, sobre la cual diseña su análisis hermenéutico para reinterpretar la historia del patriarcado y alumbrar las claves de la liberación. En nuestro tiempo, el desarrollo de los métodos conceptivos, la incorporación de la mujer al protagonismo productivo y la apertura política propia de los regímenes democráticos otorgan a la mujer la posibilidad de no ser víctima pasiva y cómplice del patriarcado como ha sido durante milenios. La mujer ya no tiene por qué ser lo Otro, la sombra de lo humano que durante años ha entregado todo el espacio de luz a los varones.