La mayoría de vosotros ya comentasteis
textos conmigo el curso pasado. Aplicábamos un esquema muy concreto (tema,
tesis, argumentos). No es preciso que reproduzcamos mecánicamente ese esquema en
2º. Me conformo con que tengáis claro que el comentario debe establecer un
planteamiento general, donde se informa con sucintamente de cuál es la cuestión
en torno a la cual gira el texto y cuál es a grandes rasgos la posición del
autor, es decir, de qué nos quiere convencer o cómo responde él al problema
planteado. Lo que harás después en tu escrito es explicar cómo ha ido
estructurando sus argumentos. Cuentas con una ventaja que no tenías el curso
pasado, en el que apenas disponías de una documentación básica y, sobre todo, no
sabías nada del autor, por lo que entrabas “a pelo” a analizar el texto. Ahora
sabes a qué autor y a que texto corresponde el fragmento que tienes delante, lo
cual te permite entender mucho mejor su mensaje, pues conoces bien el
pensamiento de dicho autor
ALERTA!!!! El coordinador de la Facultad, que es
quien pone el examen EBAU y quien establece los criterios de corrección, nos
insiste a menudo en que el texto no debe ser un “pretexto”, es decir, una
excusa, para que el alumno vuelque todos sus conocimientos aprendidos de Platón.
Eso se hace en la redacción, en el comentario hay que demostrar que uno sabe
leer y analizar textos. Eso no significa que hayamos de caer en el error
justamente opuesto, es decir, analizar el texto como si no conociéramos nada del
autor. Tú debes analizar el texto ayudándote de tus conocimientos sobre Platón
para entenderlo y explicarlo mejor, pero es un comentario de un texto concreto,
no una redacción a propósito de ese texto.
.
TEXTO
-¿Y qué? Cuando se acordara de
su anterior habitación y de la ciencia de allí y de sus antiguos compañeros de
cárcel, ¿no crees que se consideraría feliz por haber cambiado y que les
compadecería a ellos?
-Efectivamente.
–Y si hubiese habido entre ellos algunos
honores o alabanzas o recompensas que concedieran los unos a aquellos otros que,
por discernir con mayor penetración las sombras que pasaban y acordarse mejor de
cuáles de entre ellas eran las que solían pasar delante o detrás o junto con
otras, fuesen más capaces que nadie de profetizar, basados en ello, lo que iba a
suceder, ¿crees que sentiría aquél nostalgia de estas cosas o que envidiaría a
quienes gozaran de honores y poderes entre aquéllos, o bien que le ocurriría lo
de Homero, es decir, que preferiría decididamente “trabajar la tierra al
servicio de otro hombre sin patrimonio” o sufrir cualquier otro destino antes de
vivir en aquel mundo de lo opinable?
-Eso es lo que creo yo –dijo- que
preferiría cualquier otro destino antes de aquella vida.
-Ahora fíjate en esto
–dije: si, vuelto el tal allá abajo, ocupase de nuevo el mismo asiento, ¿no
crees que se le llenarían los ojos de tinieblas, como a quien deja súbitamente
la luz del sol? –Ciertamente –dijo. -Y si tuviese que competir de nuevo con los
que habían permanecido constantemente encadenados, opinando acerca de las
sombras aquellas que, por no habérsele asentado todavía los ojos, ve con
dificultad –y no sería muy corto el tiempo que necesitara para acostumbrarse-,
¿no daría que reír y no se diría de él que, por haber subido arriba, ha vuelto
con los ojos estropeados, y que no vale la pena ni aun de intentar una semejante
ascensión? ¿Y no matarían, si encontraban manera de echarle mano y matarle, a
quien intentara desatarles y hacerles subir?
-Claro que sí –dijo.
COMENTARIO
(OJO, leemos primer el texto con detenimiento y tratamos de ubicarlo, o sea,
saber de que parte del libro se extrae. No es lo mismo el libro VI, que habla
sobre la idea de Bien y el símil de la línea, que el VII, donde todo gira en
torno al mito de la caverna. Debe subrayar, recuadrar, tomar notas, emborronar
el texto todo lo que sea necesario, pues eso es señal de que estás haciendo un
exhaustivo trabajo de análisis)
(Presento el comentario)
Nos encontramos ante un fragmento perteneciente a la obra cumbre del gran filósofo griego Platón, “La
República”. Pertenece al Libro VII, donde nos relata el mito de la caverna. Es
un texto dialógico, en el cual el maestro mayéutico, personalizado por Sócrates,
intenta sacar a la luz los conocimientos que su alumno, Glaucón, ha olvidado.
(Planteamiento) El fragmento gira en torno a la cuestión de la ignorancia en
Atenas, aquí reflejada en forma de metáfora como una caverna. Lo que Platón nos
intenta hacer ver es la dificultad que el hombre sabio, ese que ya ha accedido a
la luz del conocimiento, encuentra cuando intenta compartir esa luz con sus
conciudadanos.
(Estructura argumental) El texto empieza situándonos en el
momento en que el prisionero liberado ya ha abandonado a sus antiguos
compañeros. Sócrates se dirige a Glaucón con una pregunta,” ¿y qué?”,
procedimiento habitual en el diálogo mayéutico porque Platón entiende que es el
propio alumno el que ha de ir deslizando sus creencias hacia la verdad, sin que
ésta le sea enunciada directa y explícitamente por el maestro.
Hace un uso
irónico de la palabra “ciencia” para hacernos ver que el tipo de conocimiento
que allá se tenía era en realidad falso, un conocimiento de sombras propiciado
por la manipulación de los sofistas, personificados en la narración como
titiriteros. Se le presentan dos sentimientos. Por una parte se siente feliz
porque se ha abierto a la luz de lo verdadero, dejando atrás el mundo falso en
el que anteriormente creía. Por otra parte, siente compasión de quienes
permanecen entre sombras.
En su siguiente intervención, mientras el alumno se
limita a asentir, Sócrates
vuelve a hacer uso del estilo de pregunta. Su
intención es que el alumno aprecie en su totalidad el tipo de escena ficticia
que han creado los titiriteros para los encadenados. Entre ellos, habrá quienes
destaquen más por su facilidad para prever qué nueva sombra va a aparecer a cada
momento en la pared, de manera que habrá quienes obtengan la admiración de los
compañeros. Obviamente, se refiere al ágora, donde hay ciudadanos que, viviendo
entre opiniones, tal y como lo plantea la lógica impuesta por los sofistas,
obtienen un éxito que no responde al conocimiento verdadero sino a la pura
retórica y el culto a las opiniones.
En ese momento recurre el escritor a la
cultura literaria griega, la homérica, refiriéndose a ese hombre que prefiere la
peor vida imaginable antes que seguir habitando el reino de las sombras.
En el tercer párrafo, y sin abandonar el formato pregunta, nos invita a pensar que el
liberado, movido por la compasión, decide regresar a la estancia oscura para
rescatar a sus compañeros. En ese momento, las mismas chiribitas que le llenaron
la visión cuando fue deslumbrado por el sol una vez fugado de la caverna, le
aparecerán por lo que supone pasar de la luz a un reino basado en sombras. Lo
que intenta hacernos ver es que quienes han vislumbrado la idea de Bien, corren
el riesgo, cuando vuelven al ágora desde la Academia, de no parecer
especialmente hábiles para tratar con los asuntos mundanos con los que trata
comúnmente la gente de la polis.
En la conclusión del fragmento, el maestro
profundiza en esta idea. Al volver a mirar sombras, el hecho de haber
contemplado ya el sol, cosa que desconocen los demás, puede llegar a parecerles
torpe, con lo cual los demás pueden empezar a pensar que ha enloquecido y que lo
peor que pueden hacer es imitar su conducta. Como ese hombre se empeña en
liberar a los demás para que salgan con él, es posible que incluso sea
asesinado. Es evidente que ese hombre es un símil del maestro Sócrates, que fue
condenado a muerte por la Asamblea ateniense, manipulada por los sofistas, que
temían que Sócrates desenmascarase el peligroso juego con el que habían logrado
intoxicar a la ciudadanía ateniense.
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